A.S.R. / Burgos
Acaba de abrir la sala del Consulado del Mar y ya hay unas cuantas personas escudriñando las pinturas de Severiano Monge. Poética enmarcada reúne sus últimas creaciones y se pueden visitar hasta el jueves (de 19 a 21 horas, excepto hoy). Las escenas cotidianas se suceden en las paredes, paisajes rurales y urbanos, callejeros, captados a golpe de pincel, a la luz del sol, instantes atrapados en el lienzo.
El creador de Vadocondes está contento por partida doble. Primero porque ha conseguido esta sala perseguida durante años y segundo porque está vendiendo más que nunca. La crisis no va con él. Conjetura que los bajos precios de sus obras pueden ser los responsables.
Monje está satisfecho de la colección reunida. «Tiene mucho color, mucha vibración y mucha alegría en la forma de trabajar la pintura que imprime frescura», comenta y justifica la importante presencia de miradas de la Catedral de Burgos porque pensó que iban a tener mejor salida en el mercado. Se ha equivocado. Hasta ahora no es lo más solicitado.
No le importa porque para él este templo es especial. Recuerda sus viajes a la ciudad del Arlanzón desde Vadocondes los meses de julio, durante las primeras ediciones del entonces Premio Winterthur, hoy Axa. Se escapaba con su cámara de vídeo para grabar a los pintores. Le fascinaban esos señores cargados con sus caballetes, sus paletas, sus pinturas, su ropa salpicada de manchas de color... Llegó a participar y lo sigue haciendo. Incluso arañó alguna final. «Cuando era figurativo, porque desde que se ha vuelto modernito da un poquito de pena venir», lamenta, aunque en el nuevo rumbo que están tomando sus últimas creaciones se vislumbra una línea abstracta.
Quién se lo iba a decir a Severiano hace quince años cuando se acercó a la pintura en serio por primera vez. «Siempre me gustó pintar, siempre he sido muy inquieto». Empezó a asistir a clases con un licenciado en Bellas Artes arandino. Al principio pintaban poco. «Todo era teoría y no cogíamos los pinceles para nada». Después cada uno emprendió su camino. Severiano Monge se lanzó a la calle, a los certámenes de pintura rápida. Le gusta someterse a la tiranía del tiempo, de las condiciones climatológicas, del espacio... «En tu casa puede salir un tipo de pintura, pero cuando compites con gente buenísima te presionas más y salen cosas muy interesantes. Nunca sabes qué va a pasar», dice feliz por toparse siempre con una sorpresa.
jueves, 23 de diciembre de 2010
El pintor que no sabía de crisis
Severiano Monge se felicita por el éxito de su obra expuesta en el Consulado
Lun, 20/12/2010
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